y así fue como Frank Sinatra fue relegado a una esquina del tocadiscos, reelevado por música de extrarradio tan repetitiva como estridente.
Era la clave de cualquier Sherlok Holmes barato: se empecinaba en hacer callar sus lastimeros latidos con el golpeteo incesante de una falsa pubertad.
Pero, no se daba cuenta de que cuanto más se tapase los oídos, más iba a oir sus pensamientos.
Mañana va a ser un día duro, así que... ruego me disculpéis el excesivo dramatismo en las entradas.
enjoy the rest of the day!
xxx,
Tea.
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Thank you for writting me some comments,
I really appreciate it!:)
Tea.