martes, 21 de septiembre de 2010

veintiuno de septiembre.

Hacía tiempo que quería dedicarte unas palabras. Unas palabras que se asemejan a suspiros intermitentes, a cristales rotos por piedras que se escapan traviesamente de entre los dedos, a colecciones de polvo en las estanterías que se mantienen por el cariño a través de los tiempos.
Y aquí estoy, tan insegura como siempre, tan frágil y tal orgullosa a la vez.
Una vez te prometí que aprendería a no dar tantos rodeos a la hora de expresar lo que ciertamente siento con el objeto de intentar confundir mis verdaderos anhelos con el juego de la palabra. Por eso... hoy resumiré todo esto a un simple: te echo de menos.
Te echo de menos porque a pesar de que no te has ido aún, es más doloroso ser consciente de que más pronto que tarde lo harás,
porque mi escasa estatura se vio complementada con un crecimiento desmesurado de confianza a tu lado,
porque significaste una via de escapismo de la realidad,
 y porque la tarea de no verte es ardua (con esto excusaré que ya no acuda a visitarte: verte literalemente me mata).


Todas estas palabras apuñaladoras poseen un doble filo (como cualquier otro tipo de arma blanca). Tu doble filo fue ser mi estrella dorada.



xxx,
Tea (is missing too much her little and naugthy Ártax)



Se respira el recién estrenado curso universitario,
los pasillos ruidosos,
las fiestas como motivos aparentes para alcoholizar las venas,
los nuevos modelitos atrapadores de miradas,
los más que sospechosos extremos bronceados,
los tacones de infarto en botellones casuales.

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Thank you for writting me some comments,
I really appreciate it!:)

Tea.